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Hola! . . . esta foto es de este mes (Marzo 2009)
Hace tiempo quería escribir algo sobre los duelos y también sobre el desapego. Y me di cuenta de que ambos conceptos están tan relacionados, que bién podrían ir en el mismo artículo.
Ambos términos los he ido aprendiendo con la vida, y después de mi enfermedad, los entendí aún más y cada día los trato de incorporar a mi vida.
Los psicólogos nos dicen que es muy importante vivir el duelo, darse el permiso para estar triste, para llorar, para reclamar, por aquel o aquello que perdimos. Cuando uno no hace el duelo, el dolor queda adentro y en algún momento de la vida querrá salir, y lo hará de la forma más inadecuada y en el momento más inorportuno, incluso puede ser transformándose en un tumor.
Cuando se producen los duelos? Cuando existe una pérdida... y aquí entra el otro concepto, desapego. Nos afligen las pérdidas porque no estamos preparados para separanos de las cosas y de las personas.
Con el cáncer uno se enfrenta a la muerte, cara a cara, tomando conciencia de que todo está de paso en esta vida, uno mismo, las otras personas, los afectos, las cosas materiales. Por lo tanto debemos empezar a aprender a desapegarnos de todo y de todos. Esto no significa amar menos, ni a comprometerse menos, simplemente significa entender que no somos dueños de las personas, ni de las cosas, ni del tiempo, ni de nosotros mismos, ni de nada. Todo se nos ha dado para disfrutarlo, para amarlo, para compartirlo y también para dejarlo ir.
Yo aún estoy viviendo el duelo de mi mama, fue tan duro aceptar la operación, no quería someterme a ella, la Dra. fue muy clara, si al abrir aún habían restos de células malignas, debía realizar la mastectomia total. Y yo había trabajado tanto para salvar mi mama, había resistido todos los tratamientos, poniendo toda mi energía positiva, practicando autocuración, aplicando "El Secreto" y encomendándome a cuánto Santo me presentaba, que no quería aceptar la posibilidad de que me la extirparan.
Hasta los últimos minutos antes de que la anestesia me dejara inconciente, seguía diciéndome "todo va a salir bien", sin embargo, cuando desperté, sin que nadie me dijese nada, algo dentro de mí sabía que había perdido mi mama. Después cuando vi las caritas sonrientes pero con una profunda tristeza, de mi marido y de mis hijas, me corroboraron lo que ya suponía. No fueron necesarias las palabras.....
Pasaron las primeras semanas y yo trataba siempre de estar bién, no me permitía el duelo, quería ser fuerte para mi familia, hasta que un día entendí, que eso era pan para hoy y hambre para mañana. No sacaba nada con esconder mi pena, más valía enfrentarla, aceptarla, cobijarla y comencé mi duelo. Cuando terminará, no lo sé. Pero lo que si sé es que no me he quedado sintiendo lástima por mí, he querido vivir un duelo dignamente, con la frente en alto, humildemente he aceptado que no soy una persona diferente porque no tengo una de mis mamas, que no soy menos mujer, que todo esto fue necesario para recordarme cada vez que me miro al espejo, que soy una mujer luchadora y vencedora.
Hay que aprender el desapego, esa es la clave, nacemos solos y sin nada, y nos vamos en la misma forma, estamos de paso.
El amor es lo único perdurable en el tiempo y en el espacio, el amor en cualquiera de sus formas, por que Dios es amor.
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